La cerveza alemana puede tener como ingredientes malta, agua y lúpulo. Así lo manda la Ley de la Pureza aprobada en 1516 en Baviera, una norma histórica que ahora cumple 500 años.
“Queremos que en nuestras ciudades y mercados no se le añada nada a la cerveza aparte de cebada, lúpulo y agua”, reza la ley de la cerveza de Baviera. Aprobada en abril de 1516 como parte de las ordenanzas de los duques Guillermo IV y Luis X de Baviera, esta ley formó parte de un conjunto de normas que buscaba armonizar la administración entre los señores bávaros.
Entre la salud y el negocio
Entonces, la cerveza era considerada un alimento básico. Por una parte, por razones de higiene, ya que el agua corriente era un foco de enfermedades y el lúpulo tenía efectos antibacterianos. Además, se fabricaba cerveza con poco alcohol y era considerada una bebida sana hasta para mujeres y niños. Sin embargo, algunos añadían sustancias como adormidera, estramonio, hierba loca, hollín o virutas de madera, y los padres de la normativa alimentaria más antigua del mundo quisieron regular para mantener la salud de sus súbditos.
Aparte de esto, la medida escondía cierta intencionalidad económica. También se había aplicado un impuesto a la cebada y se había prohibido fabricar cerveza con otros cereales más valiosos para el pan como el trigo y el centeno, destinados a paliar las hambrunas.
Hoy en día, nadie puede dudar de que también fue el inicio de una gran estrategia de marketing, ya que la ley sigue siendo única frente a la competencia 500 años después. Un aniversario del que se enorgullecen todos los cerveceros alemanes y que se celebrará como merece. “A diferencia de nuestros colegas del extranjero, en Alemania no se usan aromas artificiales, enzimas o conservantes”, explica Hans-Georg Eils, presidente de la Asociación de Cerveceros Alemanes.
Ley imperial de 1907
La normativa actual tuvo diversos precedentes en la Edad Media, pero tuvo que esperar hasta 1907 para que fuese aprobada por el imperio alemán, que introdujo algunas modificaciones, como permitir el uso de malta y no solo el de cebada. Actualmente, en algunos estados alemanes se permite añadir azúcar para elaborar cerveza, pero estos tipos no se pueden calificar como elaborados "bajo la Ley de la Pureza".
En los años 50, Baviera utilizó esta ley para prohibir la importación de otros estados alemanes. Y cuando Alemania entró en el Mercado Común Europeo, los cerveceros de todo el país también hicieron lo propio para evitar la entrada de la producción de otros países. Solo después de que fuese aceptada una demanda de un extranjero en el Tribunal de Justicia Europeo, Alemania se vio obligada a aceptar las importaciones.
Cuarta en el mundo
En 2013, la UNESCO rechazó la solicitud de reconocer la ley como Patrimonio Cultural de la Humanidad, razonando que la producción alemana es muy industrial. Sin embargo, esto no supuso ningún perjuicio para el consumo y, por ejemplo, en 2015 se consumieron 95 millones de hectolitros producidos por 1.350 cervecerías alemanas. Hoy en día, la producción alemana es la mayor de Europa y, sin embargo, a nivel mundial queda relegada al cuarto lugar, superada por China, Estados Unidos y Brasil, en razón a las cantidades producidas. DW.COM | 23.04.2016